viernes, 24 de agosto de 2007

En cariñoso recuerdo de Raúl para JUAN MÉNDEZ y para ALBERTINA VIVES

!Solo muere el que es olvidado!

JUANITO MÉNDEZ CID falleció en septiembre del año 1997, en Lican-Ray, allí en este hermoso lugar en las riveras del Lago Calafquén está sepultada actualmente, junto a él, su esposa ALBERTINA VIVES GILIBRAND, fallecida en el año 2006. Ellos fueron un matrimonio super simpático y siempre muy optimista.

JUANITO fue querido, no sólo por sus alumnos, sino por medio mundo. En nuestro grupo de amigos de Lican-Ray comentábamos muy a menudo que Juanito era un amigo realmente muy ejemplar. Jamás discutió enojado con nadie, fue extremadamente respetuoso. Era el mejor amigo para todos. Un día, en la casa de Quilpué, le he dicho a Aníbal V. y a Lucho G. que mi mejor amigo fue JUANITO. Ellos también pensaban lo mismo, que era el mejor amigo de ellos también. Él es como un símbolo de lo que es un amigo ejemplar.

ALBERTINA fue una hermosa y ejemplar mujer. Ella cuidaba a sus hijos y quería a los hijos de sus amigos como que si fueran parte de su familia. La Yenny, Yuri, Nibi, Ximena, Gonzalo, Carmen, María Alicia, Raúl Hernán, Alida, Winca, Pato y por supuesto a sus hijos ÁLVARO y LOLY. Cuando quedó viuda mantuvo una férrea y cariñosa amistad con todos nosotros. En uno de mis viajes a Chile hace ocho años atrás, dos días antes de regresar yo a Alemania, viajaron expresamente de Santiago para despedirme ALBERTINA y el Loly invitándome a una comida en un lujoso hotel de Viña del Mar. ¡¡Así de cariñosa era ALBERTINA!!

A propósito de los hijos de los amigos, mientras los padres disfrutaban comiendo un rico asado de cordero, aquí va una anécdota. En la playa los niños me pedían que les contara una historia interminable de lo que ellos serían cuando mayores. Volábamos por el Cosmos y cada uno de los niños tenía altos y responsables cargos. El Nibi por hablar siempre con entusiasmo de la clorofila, era el médico de a bordo y responsable de nuestra salud. Los otros tenían altos galardones y premios por sus heroicas hazañas mientras viajábamos por los planetas del sistema solar. Era una novela sin fin, como es el Cosmos. Han pasado los años y yo aún tengo la novela en camino hacia la imprenta, pero menos mal que ya tiene nombre, “Extrapolación Fantástica”.

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